Por Claudia Cantú
El tiempos huracanados trato de ser positiva, justo como el que estamos viviendo ahora con la incertidumbre del Coronavirus que nos tiene presos del pánico y recibimos información confusa por todos lados, predominando las redes sociales y sus mensajes erróneos.
¿Dime si no vas por la calle y ves a alguien estornudar cerca de ti y te asustas como si estuviera a punto de venir una bomba nuclear? ¿No ves a la gente en el súper con cara de enemigos que te van a lanzar un misil en cualquier momento? ¿A poco no ves a tus amigos como desconocidos si de cuidar tu salud se trata?
Bueno, yo estaba súper tranquila, mientras la gente a mi alrededor estaba muy asustada, yo vivía en mi burbuja zen, hasta que empezaron a suspender clases en los colegios y universidades y a cancelar eventos importantes. Y justo en ese momento me estresé, el pánico se apoderó de mí, pensé en lo poco precavida (según yo que he sido al no darle la importancia debida al asunto), cancelé terapias y cursos, se tambaleó mi economía y lo único que gané fue una migraña de tres días, colitis y la remota posibilidad de contagiarme, debido a que un estado de alerta y preocupación en el cuerpo, debilitan el sistema inmunológico.
Afortunadamente tengo la facilidad de observar mi comportamiento y corregir mis errores de manera objetiva, según yo. Entonces pensé: “Estoy completamente sana, tomo muchas vitaminas, como muy bien, hago ejercicio (a veces), no me desvelo, hace años que no me da una gripe y mi sistema inmune es envidiable… ¿Por qué me tendría que enfermar?”. Y si a eso le sumas que desde niña tengo hábitos de higiene exagerados y odio saludar de mano, entonces tengo menos de qué preocuparme.
En eso me llegó una liga por WhatsApp con los mejores museos del mundo para visitar de manera virtual desde tu casa y me dije: “¿Por qué no sacarle un lado bueno, ya que todo el mundo habla solo de lo malo?… Y si la vida te da limones, pues haz limonada”.
Lo mejor del Coronavirus es que: